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¿Te aburriste inmediatamente después del ta-ta-ta-taaán de la 5 sinfonía de Beethoven? O te aterra pensar en las casi 16 horas de duración de la tetralogía de óperas del Anillo del Nibelungo de Wagner?. Pese a ello, la música clásica está presente en muchas facetas de nuestra vida que ni siquiera imaginamos y que disfrutamos enormemente. Entonces, ¿es realmente aburrida la música clásica? Vamos a descubrirlo.

Eduardo Mata. El mejor director de orquesta del mundo.

 

Cuando nos aburre una pieza musical,  es porque no encontramos lo que esperábamos en algo que normalmente nos produce diversión y placer; o incluso, porque no captamos la empatía de los sentimientos que se identifican con nuestra situación actual: nostalgia, tristeza, o melancolía.

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En la música clásica -mejor llamada “académica”- hay diversas corrientes “aceptables” del por qué es aburrida, no atractiva y no escalable entre su público, como: no es de nuestros países de origen, viene de Europa, no es nuestro lenguaje, no expresa lo que siento, es incomprensible, no son nuestras tradiciones y costumbres, generalmente es anticuada, no expresa las tendencias actuales, es conservadora, es de otra época, entre otras mil tesis. 

Aún así, y con todos sus ataques, la música clásica sigue siendo el género preferido de películas, series, e incluso videojuegos y comerciales. ¡Y vaya que la disfrutamos enormemente con títulos como el Gladiador, el Señor de los Anillos, o Harry Potter!, quienes le deben su esencia musical a compositores como Wagner, Holst y Puccini. 

El eslabón perdido del “¿máximo?” género musical

Se ha dicho que la música clásica es el máximo género musical, donde las complejidades técnicas, virtuosismo e ideas filosóficas se fusionan dentro una textura instrumental de donde emanan los más refinados sentimientos. Pero, si la frase anterior fuera verdaderamente cierta,  ¿qué pasa en la brecha que va desde esas melodías agradables como Claro de Luna, Para Elisa, Marchas Turcas, El Bolero de Ravel, -todos unos hits del “complacientismo”- hasta llegar a la música de las afamadas películas? ¿Qué sucede con la vastísima -y aún más grandiosa- literatura musical de en medio? Y si es el máximo género musical, ¿por qué no es el más consumido por el público?

Este eslabón perdido (pero muy bien conocido), que abarca casi toda la música clásica, es la que no capta a su público a pesar de su “grandeza” y origina que las personas se decanten por otros géneros musicales más actuales e inmediatos para su consumo. Ahora, y en defensa de la música clásica puedo decir también que cumple con todos los requisitos expuestos de los que se fundamente su ataque: SÍ expresa tradiciones y costumbres, es actual y marca tendencia, refleja una complejidad de sentimientos, es vibrante, fascinante, y repercute en nuestra época.

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Ejemplos: Los compositores mexicanos como Ponce, Revueltas, Chávez, y más recientemente Juan Pablo Contreras (con su fantástico Mariachitlán) han reflejado nuestras tradiciones así como el devenir de las tendencias sociales y políticas de México. Fuera de nuestro país, hay compositores como Thomas Ades con su obra Asyle que describe la música electrónica de un antro nocturno. Esto por mencionar muy pocos ejemplos. 

La música clásica ha descrito a lo largo de su historia el acontecer histórico de una sociedad, se ha mantenido actual a los cambios y siempre ha sido revolucionaria. Eso sí, ¡con su lenguaje propio!

Música clásica, uno más de los géneros musicales. 

Cada género musical que escuchamos tiene su simbolismo propio y la música clásica no es la excepción. Se ha asociado históricamente con cultura, pensamiento, filosofía, refinamiento, y buen gusto. Pero, si en verdad  fuera el máximo género musical tendría que agrupar a los demás géneros musicales: la improvisación, voicing y cifrado del jazz; las gradaciones dinámicas y tímbricas de la música electrónica, la bailabilidad de la cumbia, la poesía urbana del rap, o la polirritmia de la India. En resumen, cada música tiene su propio lenguaje y es necesaria para representar cada grupo social que habita este mundo. La cultura viene del  entendimiento de la multiplicidad géneros musicales para comprender y respetar la forma de pensar y ver el mundo como lo ven otras personas. 

En conclusión, la música clásica  no es más que uno de los tantos lenguajes que dominan el cúmulo de géneros y estilos musicales. La música que escuchamos nos representa por nuestro estilo de vida, nuestra herencia y nuestra búsqueda personal en relación con la complejidad de nuestros sentimientos. En cuestiones de su público, la música clásica se ha rezagado por no contener la inmediatez de la que gozan otros géneros. A mi punto de vista, actualmente la música es como ponernos píldoras en nuestra cabeza para sentirnos bien o corresponder un sentimiento que sentimos en un momento específico. Que vuelvo a repetir, no son más ni menos importantes. Pero la música clásica requiere la atención y adoctrinamiento, que muchas veces pocos tenemos en el ajetreo cotidiano.

¡Ya dinos qué pasa con la música en el cine maldita sea! ¿Es aburrida?

Si algo tiene la música clásica es su complejidad emocional  dentro de una misma obra. Esto puede llevar a un director de cine a profundizar más sobre las texturas de la música clásica para describir los matices sonoros que representan cada una de las gradaciones de sentimientos que hilan las secuencias su película. En cambio, la música popular comúnmente refleja solo situaciones concretas de alegría, tristeza, enojo, despecho, etc. No es lo mismo decir “te amo, me haces falta” que se daría en un contexto de música popular por su inmediatez y su valor comunicativo, que decir “es difícil la existencia sin tu aroma el cual me despierta todas las mañanas de verano“ que busca el simbolismo de las palabras aplicados a una serie de secuencias de imágenes a través del tiempo.

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En otras palabras, nosotros no sentimos solo alegría o solo tristeza en bloques de tiempo, sino cada sentimiento está matizado con elementos de cada uno y otros más, radicando ahí su complejidad. 

Es por eso que es placentero, agradable, y “menos aburrido”  tener la música clásica dentro de una película porque es la conductora sensible de la trama. Así como fiel representante de los momentos que nos hacen vibrar, reír o incluso llorar en el cine. 

¿Realmente la música clásica es aburrida?

Solo es cuestión de empaparse de su lenguaje y de sumergirse en su mundo para que la música clásica no es aburrida.

Finalmente, relacionado con lo anterior y en otra cuestión aún más importante, en las películas se emplea el leitmotiv (motivo musical), proveniente de los desarrollos musicales de Wagner y Mahler en donde una célula expresa una situación definida dentro de la obra, así como el carácter de los personajes, el tema del amor de los protagonistas, el tema del peligro, el tema del héroe (Piensese en la película de “Tiburón” el sonido: tum–tum– tum.-tum-tumtumtumtum ¿sabes cuál no?) Este elemento musical es muy atractivo para mantener la tensión general de la obra e hilar emocionalmente todas las partes de la misma. En fin, el leitmotiv necesita todo un blog aparte. 


¡Espero sus comentarios!

Por Ernesto Tonatiuh. Director de la Academia Música Proyecta. 

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¿La música clásica es aburrida?
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¿La música clásica es aburrida?
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Si alguna vez pensaste que la música clásica es aburrida, te sorprenderás al ver que la está presente en muchas facetas de nuestra vida.
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