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Beethoven y Napoleón

Dos figuras emblemáticas para entender

 nuestra historia contemporánea”

Para cuando se publicó la Tercera Sinfonía de Beethoven en 1806, quedaba aún latente el fantasma que lo invocaba en su dedicatoria: “Sinfonía Heróica, al recuerdo de un gran hombre.” Como una reminiscencia que no se pudo desprender de la memoria del compositor. Quien veía en la figura de Napoleón Bonaparte a un paladín encargado de difundir los ideales de la Revolución Francesa por Europa al mando de su flamante ejército. Derrocando al viejo régimen de la monarquía, para darle lugar al republicanismo y los principios de la Ilustración. 

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Sin embargo, para ese año Beethoven había borrado con furia el nombre de Bonaparte de la dedicatoria, en un sentimiento arrebatado de traición hacia el que había sido su ídolo de juventud. Esto, debido a que dos años antes, en 1804, Napoleón se había autoproclamado emperador de los franceses, desvaneciendo los ideales republicanos y traicionando a todos los que lo veían como un libertador. La paradoja de su destino lo reveló como un déspota cualquiera movido por su narcisismo y sed de poder.

Para Beethoven, este hecho, aunado a la invasión a Viena por parte del ejército francés, significó una decepción total de sus ideales políticos. Sin embargo, la relación con su héroe seguía desprendiendo tintes de admiración hacia su figura que manifestaba en la creación de sus obras musicales.  Esta relación de amor y odio de Beethoven hacia Napoleón, se mantuvo hasta el final de su vida, quien hablaba de él como una sombra que no se desprendía de su mente. Revelando así, su ideal utópico de la revolución ilustrada y una fascinación de la figura del héroe que solamente se pudieron materializar magistralmente en los mundos sonoros.

 

Beethoven, amante del heroísmo y los valores ilustrados. 

La formación de Beethoven tuvo lugar en Bonn, su ciudad natal, donde vivió hasta los veintidós años de edad. Su estancia en la universidad, así como el ambiente cultural que lo rodeaba, beneficiaron su búsqueda de las ideas intelectuales que venían de Francia, propias del pensamiento ilustrado. Así como las corrientes filosóficas y literarias de autores como Kant, Schiller y Goethe. Su formación se consolidó en la Ilustración, así como en los ideales de igualdad, libertad y fraternidad, mismos que hacía resonar en sus obras. 

¡Alegría, bella chispa divina,

hija del Elíseo!

¡Alegría, bella chispa divina! 

  1. Schiller. Fragmento de la 

Novena Sinfonía de Beethoven

Bonn fue también el lugar donde su maestro, Christian Gottlob Neefe lo introdujo a estudiar a los grandes de la música hasta su tiempo: Bach, Haendel, Haydn y Mozart, por citar algunos. Desde su juventud, Beethoven sentía una gran fascinación por las figuras míticas e históricas que tenían la resiliencia de sobreponerse a una misión más alta y trascendente que su propio destino. 

Prueba de ello, es la música incidental de Egmont, obra escénica escrita por Goethe que relata el heroísmo del personaje ante la opresión de la monarquía española. Por otra parte, se encuentra también la magnífica obra de Las Criaturas de Prometeo de 1801, personaje por el que Beethoven sentía una gran fascinación. La cual, relata el desafío de Prometeo hacia las órdenes divinas de Zeus después de entregar el fuego a los hombres, padeciendo un horrendo castigo. De hecho, Beethoven utilizó fragmentos de esta obra para su Tercera Sinfonía.

Probablemente, Beethoven veía a Napoleón como un Prometeo de su época, capaz de desafiar los cánones establecidos de las monarquías absolutistas, y entregar a los pueblos el “fuego” del nuevo orden republicano.

 

Napoleón, un héroe con tintes amargos para Beethoven. 

La historia nos dice que el heroísmo de Napoleón no pensó en nadie más que en sí mismo. El general se había revelado como un déspota cualquiera movido por el orgullo y las ansias de poder. Situación que lastimó los ideales de Beethoven, dejando el rastro inefable de una Tercera Sinfonía desligada de cualquier referencia histórica o individual que exalta los valores del heroísmo unipersonal. 

Es paradójico que en vida del compositor, sus obras más famosas fueron las que conmemoraron las derrotas de Napoleón. En 1814 compuso una cantata, Der glorreiche Augenblick, “El momento glorioso”, dedicada “a los monarcas y estadistas europeos” reunidos en el congreso de Viena para restablecer en Europa el orden político anterior a la Revolución Francesa y a Napoleón. También, poco antes compuso la que sería su obra más famosa durante su vida: La victoria de Wellington, para conmemorar la derrota de Napoleón en la batalla de Vitoria. Aún así, en sus conversaciones privadas seguía hablando de Napoleón como de un fantasma se tratara:

 “Napoleón preocupaba íntimamente a Beethoven, y habló mucho de él conmigo. Pese a todo su mal humor, pude darme cuenta de que admiraba al emperador y el modo en que había ascendido desde una posición tan baja”. Relata el Barón de Tremont.

Por otra parte, también resulta contradictoria la íntima relación de Beethoven con la aristocracia, cuestión que presentaba de manera ambigua sus valores republicanos. Ya que el compositor mantenía una relación muy estrecha entre miembros de la realeza, quienes incluso eran sus mecenas y amigos. Es paradójico también que su Tercera Sinfonía se haya estrenado en el palacio aristocrático del príncipe Lobkowitz, uno de sus más fieles amigos.

 

Beethoven y Napoleón, ¿revolución o utopía?

En mi tesis de este artículo, el actuar heróico e individualista de Beethoven y Napoleón en la historia, en ambos casos, no materializan los ideales ilustrados y republicanos que juraban defender.  Los cuales, tendrían que esperar varias décadas para poder llevarse a cabo en Europa. Se puede entender el pensamiento de estas figuras como utopías que obedecían a sus propios intereses, pero sosteniendo banderas ilustradas. El heroísmo romántico, como estilo creador e individualista se despliega en lo revolucionario de su arte o méritos militares.

En este sentido, las sinfonías de Beethoven, sus sonatas, sus últimos cuartetos, revolucionaron la historia de la música, a tal grado que tuvieron que esperar hasta el siglo XX para ser aceptados por el público, tanto por la complejidad de su técnica como por su lenguaje musical.

 

La Tercera Sinfonía “Heroica” de Beethoven que dedicó a Napoleón.

Hay pocas obras en la historia de la música que se paran por sí mismas. Y así como Napoleón movió el tablero de naciones en Europa,  la Tercera Sinfonía de Beethoven representa un antes y después en la historia de la música. 

Compuesta entre 1802-1803, se considera la primera obra romántica en el estilo musical. Abrió una nueva época  que se caracterizó por la búsqueda de la identidad individual, poniendo en el centro al hombre creador que se antepone a su destino. Y representa, como dicen algunos historiadores, el despertar del romanticismo musical. 

Después de la Tercera Sinfonía, los compositores se moverán a horizontes más amplios donde la música ya no se vería por movimientos separados, sino dentro de una línea dramática única que favorece al viaje musical. Se buscará la interconectividad de las obras musicales bajo el desarrollo de leitmotivs como emblemas poéticos de una idea musical. Y más interesante aún, los temas musicales se van a transfigurar en diversos entornos sonoros, algo que hace alusión al héroe, que se sobrepone ante su destino. Algo tan revolucionario no se vería hasta el despertar de su Novena Sinfonía. 

La obra de Beethoven fue el punto de partida y piedra angular para los compositores del porvenir: Brahms, Liszt, Schumann, Chopin, Wagner, Saint Saens, entre muchos otros.

A continuación, te comparto la grabación de esta sinfonía inspirada en Napoleón, tal como lo veía Beethoven que quedó magistralmente plasmado en pasajes sonoros. 

 

La Tercera Sinfonía: El eco de un ideal traicionado y el nacimiento del heroísmo musical.

La relación entre Beethoven y Napoleón es un fascinante reflejo del heroísmo romántico y los ideales revolucionarios del siglo XIX. La Tercera Sinfonía de Beethoven, originalmente dedicada a Napoleón, es una obra que marca un antes y después en la historia de la música, alzándose como un monumento al individualismo y la búsqueda de la identidad personal. Aunque Beethoven se desilusionó de Napoleón cuando este se autoproclamó emperador, el impacto de su figura y los ideales que inicialmente representaba nunca dejaron de influir en la obra del compositor.

Esta dualidad de admiración y traición revela las tensiones entre el idealismo revolucionario y la realidad política de la época. Beethoven, profundamente influenciado por los valores ilustrados, canalizó esta frustración en sus composiciones, creando obras que desafiaban las convenciones musicales y, al mismo tiempo, resonaban con la complejidad del mundo que lo rodeaba.

La Tercera Sinfonía no sólo transformó el panorama musical, sino que también encapsuló el espíritu de una época en la que las aspiraciones heroicas colisionaban con la dura realidad del poder. Beethoven, a diferencia de Napoleón, logra trascender las ambiciones personales, demostrando que el verdadero heroísmo reside en el arte que rompe barreras y explora nuevos horizontes. Con su música, Beethoven consigue lo que Napoleón no pudo: una revolución auténtica y eterna.

A continuación, te comparto la grabación de esta sinfonía inspirada en Napoleón, tal como lo veía Beethoven que quedó magistralmente plasmado en pasajes sonoros. 

 

 

 


Por Ernesto Tonatiuh

Director en la Academia de Formación Artística Música Proyecta.

Te invitamos a seguir leyendo en nuestro blog: “Franz Liszt, un mecenas de la causa imperial de Maximiliano de Habsburgo en México.”

Bibliografía:

1.- Solomon, Maynard. Beethoven. London: Cassel, 1978.

2.- Russomanno, Stefano. “Beethoven Y La Música De La Revolución.” Historia.nationalgeographic.com.es. July 09, 2020. Accessed December 04, 2021. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/beethoven-y-musica-revolucion_14045.

 

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Beethoven y Napoleón. Símbolos del heroísmo romántico del siglo XIX.
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Beethoven y Napoleón. Símbolos del heroísmo romántico del siglo XIX.
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Beethoven veía en la figura de Napoleón Bonaparte a un paladín encargado de difundir los ideales de la Revolución Francesa por Europa. Sin embargo, su relación fue de amor y odio con su héroe de juventud.
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