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¿Alguna vez te has preguntado qué elementos hacen que la música parezca ante nuestros oídos alegre o triste

La música tiene la cualidad de atraparnos y envolvernos, conectando con un sentimiento específico de vivencias pasadas. Asumimos, con base en nuestra experiencia que una pieza musical es alegre o triste por la forma en cómo hace empatía con los sentimientos por los que hemos atravesado. Mismas que son muy importantes al conectar emocionalmente con la música en determinados momentos. Pero, ¿qué elementos en concreto contiene la música que nos hacen percibirla de determinada forma?

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De manera superficial, podemos decir que influye la velocidad de la pieza, los tiempos, la tranquilidad o agitez de la obra. O bien, alguien con más conocimiento nos puede decir que la tonalidad mayor y menor influye en el carácter de la pieza. Y sí, lo anterior puede estar en lo cierto. Pero sin duda, es algo que va más allá. 

Algunas contradicciones de la música. 

En efecto, la música cuenta con varios elementos concretos que la hacen parecer alegre o triste cuando la escuchamos. O incluso, también sentimientos diametrales como enojo, ira, temor, miedo, paz o espiritualidad. En esta entrada, nos limitaremos a analizar los elementos musicales que definen a la alegría y la tristeza en concreto. Las cuales, abordaremos desde distintas facetas y matices, ya que expresar dichos sentimientos tiene muchas variantes y contextos contrastantes.

Ahora, vamos a comenzar por las aquellas contradicciones que nos hacen desmentir, que cuestiones como el tempo, la agógica, la tonalidad y la percepción general de la obra, nos indiquen fielmente si una obra musical es alegre o triste. 

La tonalidad de la música. 

Las tonalidades mayores y menores comprenden conceptos teóricos muy importantes al momento de definir el carácter emocional de un acorde, y por ende de una pieza específico. En palabras llanas, el acorde mayor tiene una cualidad “alegre” mientras el menor tiene un color sombrío (¿triste?).  Pueden escucharlos en el siguiente ejemplo de youtube.

Sin embargo, hay obras cuyas tonalidades están en mayor y suenen tristes, mientras que otras que están en tonos menores pueden sonar más animosas o alegres. Uno de los primeros ejemplos que quisiera emplear es el Estudio Op 10. No 3 de Frederic Chopin. 

Este estudio se encuentra en una tonalidad mayor, sin embargo, la atmósfera que genera es melancólica en general. De hecho, el sobrenombre de este estudio es Tristesse. Más aún, esta melodía figura en la canción “Divina Ilusión” que José José se encargó de popularizar, con una letra también bastante triste a mi parecer.  

Claro, a pesar de que este ejemplo anterior se encuentre en Mi mayor, hace gran uso de acordes vecinos en tonalidades menores, los cuales le dan un matiz más oscuro dentro de la tristeza que quiere generar.  Existen numerables casos de melodías en tonalidades mayores que pueden generar los sentimientos contrarios. Me gustaría invitarlos a escuchar los nocturnos de Chopin, así como los preludios de Rachmaninoff. 

Ahora vamos del lado contrario. Desde la música en tonalidad menor que refleja una alegría, con un carácter proactivo y consistente. Este es el caso del concierto para violín en La menor de Bach (Sol menor para piano).  No sé a ustedes, pero me llena de energía cada vez que lo escucho, así como el concierto para oboe en Re menor del mismo compositor. 

 

 

A manera de conclusión, las tonalidades mayores, menores, o modos de cualquiera de las escalas musicales no son parámetro para definir si una música es alegre o  triste. Vamos a explorar las siguientes variables dentro de estas contradicciones. 

La velocidad o tempo de la música

Esta es otra de nuestras contradicciones que no definen la cualidad emocional de música en todo sentido. Desde una perspectiva, la velocidad puede ayudarnos a encontrar la emoción deseada dentro de la interpretación, pero no lo es todo. En esta sección vamos a separar dos cuestiones que a menudo causan confusión. El tempo y la agógica. 

¿Aún no los he perdido?

Las indicaciones de tempo de la música se escriben al inicio de la partitura y definen la velocidad en la cual tiene que ser ejecutada una obra en parámetros de pulsación y ritmo. Tradicionalmente se han escrito en italiano: allegro, presto, vivace, andante, largo, maestoso, grave, adagio, etc. Hoy en día, se escriben en muchos de los idiomas de origen de las piezas. 

Por otro lado, la agógica se refiere a los aspectos expresivos de la interpretación musical mediante el uso de la velocidad o tempo citado anteriormente. Respondería a la pregunta de cómo podemos describir la música -alegre o triste- independientemente de las variaciones del tiempo.

La contradicción radica -y esto es algo que mis maestros hicieron mucho hincapié a lo largo de mi carrera- en que aún la pieza esté en Allegro (rápido), puede sonar Allegro (alegre) en una velocidad más lenta. Esto lo podemos apreciar en una de las interpretaciones de Bruno Walter de las sinfonías de Beethoven, o en las Sonatas del mismo compositor por Claudio Arrau. Y viceversa, también puede estar la indicación más lenta en la pieza, pero ejecutarla con un tempo animado, y a la vez sonar triste.

Finalizando esta sección, la velocidad y la tonalidad no son factores definitivos para definir si una pieza es alegre o triste. En este caso, la agógica cumpliría un papel fundamental  con los elementos musicales que contiene la música alegre o triste, y que va más allá de la intención del intérprete.

Entonces, ¿Qué elementos contiene la música alegre o triste?

Música Triste: 

 

Entrando ahora sí en materia, vamos a ahondar más en los elementos musicales que causan tristeza, así como en los sentimientos que se derivan de ella, o se complementan. Es importante separar los sentimientos de tristeza sus diferentes tipos. Por ejemplo, tristeza de nostalgia, añoranza o desesperanza, no son los mismos a tristeza por una ruptura sentimental o una pérdida sensible. Sin embargo, podemos apreciar elementos similares como los siguientes.

1.- Largas líneas de expresión. 

Para indagar en la cualidad de la música tenemos que comprender el contexto de las vidas de algunos compositores. Algunos de ellos, -como es el caso de Chopin y Rachmaninov- tuvieron vidas atormentadas por la nostalgia, el desapego de su patria y la tristeza.  Una de sus cualidades fue hacer uso de largas líneas de expresión dentro de las frases musicales que abordaban. ¡Ojo!. Con frases musicales me refiero a la perspectiva de los períodos que la construyen, y no a simplemente las ligaduras de expresión. 

En la música, nuestro lenguaje verbal define toda una cultura y formas de pensamiento. Los idiomas de donde proviene la música clásica: alemán, polaco, ruso y francés, tienden a hacer oraciones más largas que los países anglosajones e hispanohablantes. A su vez, también es de gran importancia dicción verbal dentro dentro de la construcción de motivos musicales. Estos elementos han permeado en su totalidad la música clásica. 

En relación a lo anterior, gran parte de la música clásica que se toca hoy en día proviene de la época Romántica y del Sturm und Drang de los siglos XVIII y XIX. Donde los creadores de las diferentes artes hacían del tormento, la tristeza, y la desesperación, la construcción de su genialidad e idealización . 

El rasgo musical de las frases largas proviene de la expresión personal del motivo de la tristeza. Cuando uno está triste tiende a sacar su emoción mediante el llanto, darle vueltas a las cosas, hacer remembranzas de un tiempo mejor, y a hablar constantemente del motivo de su tristeza. 

2.- Suspensiones y retardos.

Sin meternos tan a fondo en el plano musical, y en una descripción sencilla, una suspensión en la música es evitar momentáneamente la solidez que representa un acorde. Esto le da un color inestable, pero tampoco disonante, ideal para generar un color de algo que no reposa incesantemente.

El retardo, por su parte se da más dentro de la melodía y también es aguantar la nota con la que es posible terminar el acorde. Esto genera un sentido de elongación y ampliación de un sentimiento inconforme que no  encuentra reposo ni estabilidad directa. 

3.- Construcción y culminación de las frases.

Dentro de su construcción melódica, la música triste y melancólica tiende a alcanzar notas extremas dentro del registro de los instrumentos. Muchos de estos puntos extremos pueden ser la culminación de una frase o el punto donde se va a generar una nueva melodía. En la literatura romántica encontramos varios ejemplos de este tipo.

4.- El uso de acordes extendidos.

Antes del compositor Richard Wagner, la armonía comprendía básicamente tres notas fundacionales en los acordes. Con los avances que dicho compositor generó, la armonía se fue ampliando a 4 sonidos, y se extendió el uso de la séptima y novena. Esta construcción de acordes dotó a la música de colores distintos para reflejar matices más sutiles dentro del espectro de sentimientos. 

Es importante aclarar que con los acordes de tres sonidos sí era posible generar música de determinada gama de sentimientos. Sin embargo, esto no solo por la simple construcción del acorde, sino por el uso de elementos melódicos como lo veremos en el siguiente punto. 

5.- Uso de semitonos. 

El empleo melódico de semitonos en la historia de la música, siempre ha hecho posible el poder describir una música con cierta pasión, tristeza y sufrimiento. Uno de los ejemplos más fascinantes es el Crucifixus de la misa en Si menor, de Bach. 

6.- Intención y contexto de la obra.

Aquí entra un concepto que tratamos anteriormente, y es la agógica. Un punto fundamental para dotar con emoción la interpretación de una obra es fijarse en su contexto histórico y vida del compositor. ¿Qué gama de emociones estaba viviendo el compositor en determinado momento de su vida? Esto nos puede dar la pauta para que una obra que cuente con los elementos anteriores, pueda ser descrita al público de la mejor manera. 

¿Por qué nos gusta escuchar música triste?

Suena un poco paradójico. Acaso nos gusta estar tristes cuando podemos estar en un modo más alegre. ¿Qué es lo que pasa en nuestro cerebro que nos produce placer? Te invitamos a descubrirlo en nuestro próximo artículo.

Para leer más sobre este tema, te invitamos a leer este artículo.

Música Alegre.

 

Así como abordamos la tristeza, la música alegre se puede definir en varias facetas. Podemos tener la alegría fraternal de la 9a sinfónia de Beethoven como la alegría juguetona del Don Giovanni de Mozart. O una alegría paisajística de la 9a sinfonía de Dvorak, o el éxtasis de trascendencia de las obras de Scriabin y Wagner. A su vez, la alegría del amor conciliador de la 2a sinfonía de Brahms. 

Ahora vamos a analizar la música que denota “alegría” desde la perspectiva de su construcción, movimiento y procedimientos melódicos y armónicos. 

1.- Uso de tiempos de moderados  a rápidos

La tendencia para este tipo de música,  es usar tiempos de moderados a rápidos. Sin embargo, la cuestión no está en la velocidad, sino en el cómo tocar dichos tiempos. Esto lo abordamos en el subtítulo de contradicciones de la música en la sección de agógica.

2.- Uso predominante de acordes mayores.

El uso de acordes mayores con sus acordes complementarios de subdominante y dominante son preponderantes durante toda la pieza musical.. Caso contrario a la música de tonalidades menores donde sí hacen uso de acordes mayores más comúnmente. 

3.- Carácter propositivo y pulso marcado.

Muchas veces confundimos el pulso y el ritmo. Son unidades que se complementan pero tienen algunas diferencias. El pulso es una constante, el ritmo es cambiante. El mantener el pulso firme y estable es importante para dotar de carácter a la música. 

4.- Tendencia ascendente en las melodías.

Alcanzar notas altas dentro de las melodías es como salir al sol en una mañana soleada. Las escalas ascendentes nos dan esa oportunidad quedándonos momentáneamente en esos registros altos y agudos.

5.- Terminaciones firmes en la tónica del acorde. 

Aquí es menos común ver terminaciones en suspensiones o retardos. Generalmente la música hace un pedal sobre la dominante antes de caer firme sobre la tónica. 

¿Y los demás sentimientos?

En este artículo quise ahondar sobre dos sentimientos principales, la alegría y la tristeza para explicarlos musicalmente. Sin embargo, quedan de lado emociones muy importantes como el temor y el enojo. U otros que no debemos perder como el sufrimiento y el desagrado. Todos estos, han sido empleados puntualmente con elementos musicales a lo largo de la historia. Pero serían materia para otro entrada de mi blog. 

Conclusión

En esta entrada quise explicar de una manera más puntual y objetiva, qué es lo que hace a una música alegre o triste. Independientemente de la subjetividad que esto implique -ya que hay música que puede parecer alegre o triste a la vez-, hay elementos, procedimientos y técnicas musicales que nos ayudan a delimitar lo que sentimos por determinada obra artística musical. 

Como pudimos apreciar, la alegría y la tristeza tienen infinidad de matices y observaciones dependiendo del contexto emocional en que se citen. Esta riqueza emocional hace que nos identifiquemos, y que generemos empatía sobre nuestras emociones y trabajemos en nosotros mismos sobre nuestro reflejo.

Esta maravillosa cualidad de la música para transmitir emociones permite que como oyentes lleguemos a empatizar más con la composición. Nos ayuda a identificarnos con ciertos sentimientos y, quizá, hasta desahogar experiencias que cargamos con nosotros. También es importante reconocer la excepcional labor creativa que se requiere para lograr este efecto en las composiciones. Es indudable que llegar a tocar las fibras más sensibles del espectador requiere de un gran ingenio. La mancuerna que se logra entre la sensibilidad del oyente y la expresión musical de autor, posibilita una experiencia sensorial que hace de la música nuestra mejor aliada en la canalización emocional.


Por Ernesto Tonatiuh

Director de la Academia Música Proyecta.

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Te invitamos a seguir leyendo en nuestro blog: ¿Qué hace a la música alegre o triste?

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